Cuantas veces dijiste nunca más , y volviste a tropezar con la misma piedra...?
Cuantas veces te juraste que no te importaría si no pasaba , y sigue saltando la palabra desilusión a tu mente..?
Cuantos días planeaste no hacer planes, y te sorprendes a ti misma porque alguien se saltó los mínimos que te atreviste a hacer?
¿O ilusionándote con unos nuevos?
Porque después de tantos años con nosotros mismos , parece que no nos conocemos del todo, y nos seguimos sorprendiendo con penas repentinas que no nos pertenecen...?
De esas que pertenecen a heridas del pasado que no supimos cerrar.
Y que sangrarán el tiempo que tardemos en darnos cuenta que están ahí, o que sepamos como curarlas.
¿Cuanto tiempo tardaremos en conocernos del todo o en tener la valentía de asumir que somos más vulnerables de los que nos gustaría pensar??
Cuantas piedras hacen falta en el camino para ser más fuerte, más valiente, para adelantarse a decir lo que se quiere realmente y no esperar hasta escuchar lo que quieren los demás, para olvidar el ego y pensar más desde el corazón, para olvidar la comodidad, para escuchar la intuición que habla, más bien grita, cosas que no queremos mirar...
¿Cuando será el día en que consigamos ser coherentes con lo que pensamos, con lo que decimos que pensamos, y con lo que nos gustaría pensar en realidad??
Será el mismo día en que dejemos de asociar la culpabilidad que podemos sentir , con la idea de cómo se sentirá el otro. De lo que pensarán los demás.
Y la asumamos como nuestra , solamente.Como nuestra responsabilidad.
Y como es mi responsabilidad también sentirme bien, plena y feliz, me voy en busca de esa sensación.
Me voy en busca de las justificaciones que apaciguen mi inconformismo.
Si está bien para uno, lo debe de estar para el resto del mundo.
Cuando todo esté tranquilo en nuestra alma, en nuestra mente, en nuestro cuerpo, y en nuestro corazón, no existirá la palabra culpabilidad.
Y la palabra respeto y libertad , adquirirán un nuevo sentido.
Un gran sentido.
De vivir, se tambalea...
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